El próximo 13 de marzo, la historia política de Colombia, tendrá su máximo pulso en la correlación de fuerzas en el legislativo. La posibilidad de profundas reformas que requiere la nación, dependerá de cómo quede la composición cualitativa de las fuerzas en la Cámara alta.
Hoy ese desbalance se encuentra 30 a
70. 30 senadores a favor de un país
posible, como lo hemos constatado en los últimos dos años; 70 senadores
vergonzantes, voceros a sueldo de
transnacionales, latifundistas, grandes comerciantes y oligarcas
financieros. Esto es lo que debe cambiar
sustancialmente el 13 de marzo o los muertos, las víctimas oculares, los
torturados, los encarcelados, los desaparecidos de las jornadas de mayo del 21,
lo habrán sido en vano.
Este país inviable, debe ser
transformado en uno donde quepamos todos. Donde la pobreza de 35 millones de
trabajadores, y, el hambre y la miseria que sufren 21 millones compatriotas
sean cosas del pasado. Hoy, si no fuera,
por el circulante que aporta el narcotráfico y las remesas mensuales que
aportan millones de colombianos que trabajan en el exterior, estaríamos peor
que Haití. Entre tanto, se importan 20
millones de toneladas de comida cada año, para regocijo de un puñado de
importadores, y la complacencia de Monsanto.
El país nacional, tendrá oportunidad de
demostrar, que las jornadas de mayo del 21, realmente si calaron en la
consciencia del pueblo, incidiendo de manera notoria en la votación de listas
de Senado que representen un viraje a la izquierda. Si esto no se advierte,
definitivamente, comprobaremos que la ideología dominante instrumentalizada por
los grandes medios de comunicación de masas sigue dándole cuerda a este
ignominioso régimen de ultraderecha.
Efectivamente, las votaciones de marzo,
no son un episodio más del soso transcurrir electoral. El país vive un momento caliente de su vida
política, por cuanto el uribo-fascismo se apresta a ahondar inescrupulosamente
las profundas y dramáticas contradicciones entre un Estado corporativo al
servicio del gran capital, y el Estado de Derecho Social, del cual queda poco
en la práctica.
Mayo definirá el administrador, pero en
las fuerzas congresionales emplazadas el 13M, está la base real del rumbo que
debe tomar el país, para salir del oscuro atasco en que el Uribismo lo ha
encajonado con su nefasto efecto de pobreza. La pobreza no puede ser más
alarmante, y el hambre que sufren 21 millones de colombianos, no da
espera. Si, ha crecido la riqueza en las
grandes alforjas de los grandes capitalistas, pero a costa de la pobreza y el
hambre de millones de compatriotas. El aparato productivo nacional está
claramente desacelerado.
Así pues, la correlación de fuerzas debe
favorecer leyes que favorezcan al pueblo, sea quien sea el presidente. De
hecho, si es Petro, requerirá para grandes reformas, una fuerza decisoria en el
congreso; pero si es otro, entonces que hagan valer su autonomía como
legislativo para establecerlas con apoyo popular.
Un congreso adverso a Petro presidente,
seguirá el manido y perverso camino de los golpes blandos, utilizado por la
derecha latinoamericana con Lugo en Paraguay, Zelaya en Honduras, Dilma en
Brasil, Evo en Bolivia, o como lo intentan con Castillo en Perú.
NOTA DEL DIRECTOR
Esta columna fue escrita el pasado febrero 20 de 2022 y permanecía inédita hasta la fecha en que ha sido publicada.
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